El futuro de Estados Unidos y de Occidente

La profecía bíblica predice un tiempo futuro en el que no habrá más guerra, dolor ni llanto. Pero al ver todo el dolor, el caos y el sufrimiento en el mundo de hoy, ¿se ha preguntado alguna vez por qué Dios no acaba con esos problemas ahora?

Las profecías bíblicas nos muestran que Dios tiene un plan, y que su plan sigue su curso según lo previsto. La mayoría no tiene idea de cuál es el plan de Dios. Pero la Biblia revela que el plan de Dios para nosotros es más sabio y más maravilloso de lo que podemos imaginar (Romanos 11:33; 1 Corintios 2:9).

De hecho, la Biblia dice que Dios tiene planeado compartir todo con usted (Apocalipsis 21:7). ¡Sí, todo! No hay nada que quede afuera (Hebreos 2:8).

Dios también afirma que tiene planes de transformarnos a su semejanza (1 Juan 3:1-2). Le dará a usted la misma gloria que él tiene (Filipenses 3:21). También le dará un poder increíble y vida eterna (1 Corintios 15:42-44, 53). Lea estos pasajes de las Escrituras y compruebe lo que dicen. Son promesas asombrosas.

Pero Dios no le dará todo esto, incluyendo su gran poder y vida eterna, a menos que él pueda confiar en que usted siempre hará lo que es correcto y bueno. Y la única manera en que Dios puede confiar en usted es que usted confíe en él.

Dios sabe que, si confía en él, usted hará exactamente todas y cada una de las cosas que él pida. Hará las cosas a la manera de Dios, no a su manera. Pero si no confía plenamente en Dios (si piensa que tal vez Dios está equivocado, o que usted sabe más que Dios), entonces Dios no puede confiarle su poder. Podría hacer las cosas a su manera, en lugar de a la manera de Dios, y eso lo llevaría al dolor y al sufrimiento para siempre.

El propósito de Dios es enseñarle a cada persona a confiar en él, para que elijamos vivir según sus caminos. Esa es la única manera en que podemos vivir para siempre con él, en paz.

¿Alguna vez se planteó por qué Dios nos ha dado una vida física temporal en la Tierra? ¿Por qué no omitir este paso que implica dolor y sufrimiento, y simplemente darnos vida eterna de entrada?

Porque necesitamos aprender a confiar en Dios, antes de que él pueda darnos todo (Psalm 37:5).

Muchos juzgan a Dios porque él permite todo el mal y el sufrimiento de este mundo cuando podría evitarlo. Pero Dios es mucho más sabio que nosotros.

¿Podría Dios detener el sufrimiento? Sí, claro que sí. Pero, la humanidad, ¿aprendería a confiar en él? No. Siempre pensaríamos que tenemos una manera mejor. La única manera en que Dios puede demostrarnos a todos que no sabemos más que él es permitirnos andar en nuestros propios caminos.

Por lo tanto, durante los últimos 6.000 años, Dios nos ha permitido “hacer las cosas a nuestra manera”. Este es el mayor experimento científico jamás realizado. ¡Dios le ha dado a la humanidad la oportunidad de probar que su camino es mejor que el camino de Dios!

¿Y qué tal funciona? Ahora corremos peligro de destruirnos en una guerra nuclear. Si Dios no interviene pronto, nos autodestruiremos (Mateo 24:22).

Los años que tenemos por delante van a ser muy difíciles. Dios permitirá que casi nos destruyamos antes de salvarnos. Y mediante esta experiencia, el mundo aprenderá finalmente que los caminos del hombre no sirven. ¡Sí, la gente finalmente aprenderá a confiar en Dios en lugar de en sí misma! Finalmente, aprenderá que Dios es el único camino hacia la paz y la felicidad.

Dios está dispuesto a permitir que probemos nuestros propios caminos ahora, y sufrir con nosotros ahora, para que podamos aprender a confiar en él, para que él pueda darnos la vida eterna. “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:20-21).

Un mejor camino

Usted y yo no tenemos necesidad de aprender a confiar en Dios por las malas. Dios ya nos ha dado un ejemplo de un camino mejor. Encontramos ese ejemplo en la vida de Abraham.

Note lo que Dios le dijo a Abraham en Génesis 12:1-3:

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Esas son promesas asombrosas. Dios prometió que los descendientes de Abraham se convertirían en una gran nación, y todos los pueblos serían bendecidos por medio de él, si él hacía lo que Dios le pedía.

¿Y qué hizo Abraham? “Y se fue Abram, como Jehová le dijo” (versículo 4).

Abraham creyó a Dios, así que obedeció lo que Dios le pidió que hiciera.

Y así es exactamente como Dios quiere que usted y yo respondamos a sus promesas. Él quiere que tengamos fe plena en él y que hagamos lo que él nos pide,⁠ para nuestro bien.

Como Abraham confió en Dios y lo obedeció, Dios siguió revelándole más promesas a Abraham.

Observe todas las promesas que Dios le hizo a Abraham en Génesis 17:1-8:

Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera.

Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo: He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram [esto es, Padre enaltecido], sino que será tu nombre Abraham [entendido aquí, Padre de una multitud], porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes. Y te multiplicaré en gran manera , y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos“.

Abraham creyó lo que Dios dijo.

Muchos años después, Dios probó la fe de Abraham, pidiéndole que sacrificara a su hijo Isaac (Génesis 22). Esta fue la prueba final de fe.

¿Qué haría usted?

Abraham no sabía por qué Dios le estaba pidiendo que sacrificara a su hijo. Pero no discutió. No exigió una explicación. No se negó a obedecer.

Abraham confiaba en Dios. Confiaba en que Dios tenía razón. Confiaba en que Dios tenía una buena razón para este mandamiento que Abraham no lograba entender. Confiaba en que, si obedecía a Dios, de alguna manera Dios libraría a su hijo Isaac, porque Dios había prometido bendecir a Isaac (Hebreos 11:17-19).

Y Abraham obedeció. Obedeció porque confiaba en Dios más de lo que confiaba en sí mismo. ¿Y qué pasó? Dios detuvo a Abraham antes de que matara a Isaac, y envió un carnero para que Abraham lo sacrificara en su lugar.

Ahora que Abraham había probado su fe mediante la obediencia, Dios le dio promesas incondicionales a Abraham:

“Por mí mismo he jurado , dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”. (Génesis 22:16-18)

Estas grandes promesas no son solo para Abraham, sino también para los hijos de Abraham. Y estas promesas son dobles. Como podrá ver, Abraham tiene dos tipos de hijos:

  1. Descendientes físicos, e
  2. hijos espirituales, que siguen el ejemplo de fe y obediencia de Abraham (Gálatas 3:26-29)

Abraham es “padre de muchedumbres de gentes” y el padre de muchos hijos, en más de una manera. Sí, hay muchas naciones hoy que son descendientes físicos de Abraham, que han recibido las bendiciones físicas prometidas a Abraham. Pero, en última instancia, Abraham será el padre de todas las naciones. Todas las naciones serán bendecidas por medio de él y de su descendencia, Jesucristo, cuando sigan el ejemplo de fe y obediencia de Abraham.

Los descendientes físicos de Abraham

Ahora, veamos lo que la Biblia dice que sucederá con los descendientes físicos de Abraham en los últimos días.

Observe que las promesas que Dios le hizo a Abraham se transmitieron a su hijo Isaac (Génesis 26:1-5), y al hijo de Isaac, Jacob (Génesis 28:13-14).

Dios reveló varios detalles adicionales sobre el futuro a Jacob que se registran en el libro de Génesis:

  • Los descendientes de Jacob se extenderían “al occidente, al oriente, al norte y al sur” (Génesis 28:14).
  • En Génesis 49, Jacob predijo lo que sucedería con cada uno de sus hijos en los últimos días. Aquí revela que su hijo José sería bendecido más que todos sus otros hijos.
  • En Génesis 48, Jacob predijo el destino de los dos hijos de José: Efraín y Manasés.

Génesis 48 cuenta la historia de cómo Jacob adoptó a los dos hijos de José. De esta manera, José recibiría dos partes de la herencia familiar en vez de una.

Cuando Jacob bendijo a Efraín y a Manasés, puso su mano derecha sobre Efraín, que era más joven. José pensó que su padre, que era ciego, había cometido un error:

Y José dijo a su padre: “No así, padre mío, porque este es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza”. Pero su padre se negó y dijo: “Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones”. (Genesis 48:18-19)

Aquí Jacob predijo que Manasés se convertiría en un gran pueblo, una nación única y poderosa. Pero su hermano Efraín se convertiría en un grupo aún mayor de naciones.

¿Cuándo sucedieron estas cosas?

En una lección anterior, estudiamos acerca de un período de castigo de 2.520 años para Israel, que comenzó cuando Israel se apartó de Dios cerca del final del reinado de Salomón. Este período de castigo terminó en 1585. Ese es el momento exacto en que las naciones del noroeste de Europa, incluidos los Países Bajos, Francia, Inglaterra, Dinamarca, Noruega, Islandia, Suecia y otros, comenzaron a aumentar en riqueza y poder. Puesto que estas naciones cumplieron la profecía sobre el surgimiento de los israelitas en los últimos días, podemos identificar a estas naciones como los descendientes modernos de las 10 tribus perdidas de Israel.

Israel también tuvo un segundo período de castigo que comenzó cuando los asirios empezaron a sacar a los israelitas de su tierra natal en 733 a. C. Este período de 2.520 años terminó en 1788.

En ese entonces, el Reino Unido comenzó a reemplazar a Francia como la principal potencia mundial. Australia también se constituyó en 1788. En el territorio del Canadá moderno, los primeros distritos administrativos gobernados por la ley inglesa se formaron en 1788, lo que llevó al establecimiento del Alto Canadá tres años después. El Imperio Británico siguió creciendo hasta gobernar una cuarta parte del mundo, el imperio más grande de la historia mundial. Este es el gran “grupo de naciones” que la Biblia identifica como los descendientes de Efraín.

El hermano de Efraín, Manasés, es Estados Unidos de Norteamérica. Las colonias británicas en Norteamérica declararon su independencia de Gran Bretaña en 1776. Sin embargo, su intento de funcionar como una federación flexible de Estados independientes no tardó en afrontar grandes problemas. Como resultado, un grupo de representantes de los Estados redactó una nueva constitución para formar una nación unida. Esta constitución se ratificó el 21 de junio de 1788, hecho que marcó el comienzo de los Estados Unidos de Norteamérica. Estados Unidos, con el tiempo, llegó a ser la nación más rica y poderosa de la historia, y así cumplió la profecía de Génesis de que Manasés llegaría a ser un gran pueblo.

Estas bendiciones no se derramaron sobre Israel porque ellos fueran mejores que otros pueblos. La Biblia le dice esto a Israel: “Por tanto, sabe que no es por tu justicia que Jehová tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú” (Deuteronomio 9:6). Más bien, estas bendiciones llegaron “por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” (Génesis 26:5).

Pero con estas bendiciones vino aparejada la responsabilidad de obedecer a Dios. Dios escogió a Israel para que sea un ejemplo para todas las naciones. Si obedecían a Dios, se convertirían en un ejemplo positivo para que otros lo siguieran (Éxodo 19:5; Deuteronomio 4:5-8). Pero si rechazaban a Dios y sus leyes, entonces Dios dijo que él castigaría a Israel primeramente, antes de castigar a los demás pueblos (Romanos 2:9).

Israel, ¿obedeció a Dios? ¿Son justos y temerosos de Dios los pueblos del noroeste de Europa, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica?

¡De ninguna manera! De hecho, las naciones modernas de Israel son pioneras a nivel mundial en rechazar a Dios y sus leyes.

En Levítico 26 y Deuteronomio 28, Dios reveló lo que haría si Israel lo rechazaba. Estas profecías se cumplieron en el pasado, pero su cumplimiento final es para nuestro tiempo. Y estas profecías se están cumpliendo hoy.

Preste atención a la secuencia de castigos que Dios predice en Levítico 26, comenzando con el versículo 14:

  1. “Enviaré sobre vosotros terror”.

El ataque terrorista contra Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 fue solo una de los tantos hechos de terror que han plagado al pueblo de Israel y Judá en las últimas décadas. El terror también proviene de adentro. Los tiroteos en masa y las amenazas de bombas se han vuelto comunes en Estados Unidos y otras naciones israelitas.

  1. “Extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma”.

¿Describe esto con precisión nuevas enfermedades como el SIDA, que han sido una maldición en las últimas décadas? ¿No se propagan muchas de estas enfermedades como resultado de rechazar las leyes de Dios acerca de la fornicación y el adulterio?

  1. “Y sembraréis en vano vuestra semilla, porque vuestros enemigos la comerán”.

¿Quiénes son los mayores exportadores de alimentos del mundo? ¿Quién compra los alimentos que ellos exportan? Verifíquelo.

  1. “Seréis heridos delante de vuestros enemigos”.

¿Qué pasó en Afganistán?

  1. “Y los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros”.

Considere la actitud de los líderes de estas naciones, quienes abiertamente desprecian a la mitad de la gente de su propia nación.

  1. “Y huiréis sin que haya quien os persiga”.

¿Por qué Estados Unidos huyó de Afganistán cuando nadie lo perseguía?

  1. “Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo”.

¿Hay alguien en el mundo que tenga confianza en la fuerza y la determinación de Estados Unidos, después de que el mundo vio que los talibanes reconquistaron Afganistán en pocos días, antes de que los estadounidenses pudieran irse? Rusia, China, Corea del Norte y otros países, ¿creen que el otrora poderoso Estados Unidos es ahora demasiado débil para detenerlos en sus deseos?

  1. “Y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce. Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto”.

Considere las grandes sequías que siguen afectando a Estados Unidos y Australia.

Estas maldiciones ya han comenzado a caer sobre las naciones modernas de Israel y Judá. Y estos son solo el principio de los castigos de Dios.

La profecía sigue prediciendo cosas que aún no han ocurrido al momento de escribir esta lección. Esto es lo que le espera al pueblo moderno de Israel y Judá (Levítico 26:23-39):

  • Los animales salvajes vagarán por sus calles y matarán gente
  • Guerra en su tierra
  • Enfermedad generalizada mientras están sitiados dentro de sus ciudades
  • Derrota
  • Hambruna
  • Canibalismo durante la hambruna y el asedio
  • Ciudades destruidas
  • La gente será arrebatada de su tierra y vendida como esclava en todo el mundo

Puede ser difícil de creer. Pero eso es exactamente lo que pasó con Israel y Judá en el pasado. Y volverá a suceder, ¡a menos que estas naciones se vuelvan a Dios!

La profecía predice que estas naciones, otrora poderosas, serán conquistadas y dejarán de existir. Israel y Judá serán esparcidas entre las naciones, vendidas como esclavas y sometidas a trabajos forzados. De hecho, se avecina otro Holocausto, mucho más grande que el primero.

Estos hechos no se predicen solo una vez. Se repiten una y otra vez a lo largo de la Biblia.

Considere el libro de Ezequiel. Ezequiel fue un profeta entre los cautivos judíos que fueron llevados a Babilonia. Pero el mensaje de Ezequiel no era para Judá. Dios envió a Ezequiel para Israel: “Yo te envío a los hijos de Israel , a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí” (Ezequiel 2:3).

Ezequiel registró advertencias para Israel que predecían un tiempo de cautiverio si Israel no se arrepentía. ¡Pero Israel ya había ido al cautiverio más de 125 años antes! Sus profecías no eran para su época, sino para nuestro tiempo.

Lea Ezequiel 5 donde se dan detalles específicos de cómo será derrotado Israel. ¿Cuántos morirán en ese momento?

“Una tercera parte de ti morirá de pestilencia y será consumida de hambre en medio de ti; y una tercera parte caerá a espada alrededor de ti; y una tercera parte esparciré a todos los vientos, y tras ellos desenvainaré espada.” (Ezequiel 5:12)

Dos tercios del pueblo moderno de Israel morirá en la próxima guerra y por hambruna. Y el tercio restante será llevado a esclavitud.

Preste atención a Deuteronomio 28:68: “Y Jehová te hará volver a Egipto en naves … y allí seréis vendidos a vuestros enemigos por esclavos y por esclavas, y no habrá quien os compre”. Esto no ha ocurrido nunca en la historia. Es una profecía para el futuro.

El profeta Moisés predijo: “Os ha de venir mal en los postreros días , por haber hecho mal ante los ojos de Jehová, enojándole con la obra de vuestras manos” (Deuteronomio 31:29).

Isaías, Jeremías, Oseas y muchos otros profetas hablaron de la derrota y el cautiverio de Israel y Judá en el tiempo del fin. Estas profecías son seguras. Sin duda sucederán. Lo bueno es que el peor período de angustia solo durará pocos años, y que este tiempo de angustia finalmente hará que Israel se vuelva a Dios y confíe en él. Pero esa historia es para otra lección.